24/12/2024
Mariano Moreno, la figura central que emerge de los textos proporcionados, fue un actor fundamental en los primeros pasos del gobierno patrio en lo que eventualmente se convertiría en Argentina. Aunque el texto no lo identifica explícitamente como el "líder" de la Revolución de Mayo en sí misma, sí lo posiciona como una figura clave dentro de la Primera Junta, el gobierno que surgió tras la deposición del Virrey, y lo reconoce como el precursor del periodismo argentino. Su trayectoria, marcada por una formación intelectual profunda y una visión política radical, lo llevó a ocupar un rol protagónico y a generar intensos debates y conflictos en un período crucial de la historia.

Mariano Moreno nació en el seno de una familia humilde, siendo el mayor de catorce hijos de Manuel Moreno y Argumosa y Ana María del Valle. Su padre, originario de Santander, España, no contaba con los recursos para solventar sus estudios completos. A pesar de ello, Mariano logró estudiar en el Colegio Grande de San Carlos, aunque sin residir en él, y se graduó con un diploma honorífico. Su talento lo puso en contacto con figuras influyentes del ámbito literario que le facilitaron continuar su formación en la prestigiosa Universidad de Chuquisaca, la única de gran tamaño en Sudamérica en aquel entonces. Allí, Moreno se sumergió en la lectura de filósofos europeos de la Ilustración como Montesquieu, Voltaire, Denis Diderot y Jean-Jacques Rousseau. Aprendió inglés y francés para acceder a las obras originales de autores británicos y franceses, habilidad que le permitió trabajar como traductor. Dedicó varios años a traducir El contrato social de Rousseau, una obra que, según el texto, lo convenció del poder de la inteligencia y la razón para transformar la sociedad. Durante sus estudios en Chuquisaca, también analizó textos filosóficos bajo la tutela del sacerdote Terrazas y elaboró una tesis que criticaba duramente la esclavitud indígena en las minas de Potosí, influenciado por juristas españoles como Juan de Solorzano Pereira y Victoria Villalva, defensora de la causa indígena.
Inició su carrera profesional entre 1803 y 1804 en la oficina de Agustín Gascón, trabajando como consejero laboral para indígenas. Esta labor lo llevó a enfrentarse a personajes poderosos, como los alcaldes de Cochabamba y Chayanta, viéndose obligado a abandonar la ciudad tras recibir amenazas. Regresó a Buenos Aires en 1805 junto a su esposa, María Guadalupe Cuenca, y su hijo recién nacido. En la capital, se desempeñó como reportero de las audiencias de la Real Audiencia y fue contratado como asesor por el Cabildo de Buenos Aires. En sus primeros casos, defendió a Melchor Fernández contra el Obispo Benito Lue y Riega y respaldó al Cabildo al negar el nombramiento como alférez al joven Bernardino Rivadavia.
Antes de la Revolución de Mayo, Mariano Moreno no se alineó con otros criollos de Buenos Aires que buscaban cambios políticos contra los privilegios de los nacidos en España, como Manuel Belgrano o Juan José Castelli, quienes apoyaban al virrey Liniers o el proyecto carlotista. En cambio, se unió al alcalde Martín de Álzaga, lo que le permitió servir como asesor legal del Cabildo. En este rol, redactó una petición al Rey de España para que el Cabildo de Buenos Aires fuera nombrado Protector de los Cabildos del Virreinato del Río de la Plata, centralizando así las peticiones al Rey o al Virrey. Durante las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, Moreno expresó su lealtad a la corona española por escrito. Aunque no participó activamente en la contraofensiva militar que forzó la rendición británica en 1806, llevó un diario de los eventos. Temiendo un nuevo ataque en 1807, se trasladó con su familia al campo, y su casa desocupada en Buenos Aires fue utilizada para encarcelar al comandante británico William Carr Beresford. Amigos de Moreno ayudaron a Beresford a escapar, aunque no se sabe si Moreno estaba al tanto. En 1807, los británicos publicaron el periódico La Estrella del Sur (o The Southern Star), que abogaba por el libre comercio y la independencia latinoamericana bajo protección británica. La Real Audiencia prohibió el periódico y pidió a Moreno que escribiera artículos para refutarlo. Moreno se negó, ya que, a pesar de su lealtad a la corona, coincidía con algunas críticas a la administración colonial española expresadas en la publicación.
En enero de 1809, Moreno se unió al motín organizado por Martín de Álzaga, quien buscaba reemplazar al Virrey Santiago de Liniers por una Junta tras conocer la captura del Rey Fernando VII en España. Si el motín hubiera tenido éxito, Moreno habría formado parte de la nueva Junta. Sin embargo, el motín fue sofocado por la rápida reacción de Cornelio Saavedra al mando del Regimiento de Patricios. Historiadores debaten si los objetivos de este motín eran similares o opuestos a los de la Revolución de Mayo posterior. Moreno actuó como abogado de Álzaga en el juicio subsiguiente, etiquetado como juicio por "independentismo", aunque Liniers no extendió el proceso contra el propio Moreno. Posteriormente, cuando el Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros cerró el libre comercio, un grupo de hacendados le pidió a Moreno que los defendiera. Moreno redactó la Representación de los Hacendados, un informe que abogaba por el libre comercio y condenaba los privilegios del monopolio español. Este documento, considerado el más completo informe económico de la época virreinal, representó las nuevas ideas económicas europeas y señaló que el monopolio legal no impedía el contrabando británico. Algunos autores cuestionan la autoría de Moreno, sugiriendo que podría ser una actualización de un documento previo de Manuel Belgrano con una solicitud similar a Liniers.
Mariano Moreno tuvo contactos con grupos que buscaban la remoción de Cisneros, pero, según el texto, no estuvo "fuertemente involucrado" en la preparación de la Revolución de Mayo, pues seguía leal a Álzaga en ese momento. Asistió al Cabildo Abierto del 22 de mayo, pero testigos directos afirman que permaneció en silencio. Votó a favor de la propuesta de Saavedra para remover a Cisneros y reemplazarlo por una Junta. Manuel Hermenegildo Aguirre propuso que el Cabildo asumiera el gobierno con cinco consejeros, incluyendo a Moreno, pero solo esta propuesta lo mencionaba y no recibió más votos. Moreno se sintió traicionado cuando el Cabildo tergiversó los resultados y creó una Junta encabezada por Cisneros, negándose a tener más contactos con los revolucionarios y permaneciendo en casa durante los días siguientes. Su inclusión en la lista de la Junta definitiva del 25 de mayo no está clara, sugiriéndose que pudo ser un equilibrio entre carlotistas y alzaguistas. Como Secretario de Guerra de la Primera Junta, Moreno emergió como el líder de los partidarios más radicales, respaldado por líderes populares como Domingo French y Antonio Beruti, y miembros de la Junta como Manuel Belgrano y Juan José Castelli.
Una de sus primeras y más significativas acciones fue el establecimiento de La Gazeta de Buenos Ayres, el periódico oficial, mediante decreto el 2 de junio, cuya dirección y contenidos gestionó personalmente. Los primeros ejemplares estuvieron disponibles cinco días después. Promulgó un decreto de libertad de prensa que permitía publicar todo aquello que no ofendiera la moral pública o atacara la Revolución o al gobierno. A través de la Gazeta, publicó obras de Gaspar de Jovellanos y su traducción de El contrato social de Rousseau, aunque omitió el capítulo sobre religión, señalando que el autor "ha delirado en materia religiosa", para evitar disputas religiosas entre los patriotas. Esta publicación fue criticada por conservadores como Tomás de Anchorena, quien temía que pudiera generar descontento popular. Los escritos de Moreno en la Gazeta mantenían lealtad a Fernando VII, aunque historiadores debaten si esto ocultaba ambiciones independentistas. Sin embargo, ya en noviembre de 1810 hizo referencias explícitas al independentismo, señalando que un congreso "podría establecer una disposición absoluta de nuestro amado Fernando", implicando que el derecho a la autodeterminación lo permitiría. Consideraba que la autoridad monárquica no era absoluta, sino sujeta a la soberanía popular, y que un monarca podía perder su autoridad si actuaba contra el bien común.
Moreno emitió varios decretos tempranos, ordenando castigos para quienes generaran disputas o ocultaran conspiraciones. Reformó los cuerpos militares de "Pardos" y "Morenos" (compuestos por indígenas), otorgándoles rangos similares a los cuerpos españoles, invocando decisiones de los Reyes Católicos. La Junta enfrentó fuerte oposición, especialmente de la Real Audiencia, que juró lealtad al nuevo Consejo de Regencia en España. La Junta convocó a la Audiencia y al ex Virrey Cisneros y los exilió a España bajo el pretexto de una amenaza a sus vidas, nombrando nuevos miembros leales a la revolución. Moreno justificó la acción en la Gazeta, señalando que la Audiencia atacó la buena fe del gobierno y que la Junta actuó por la seguridad del pueblo.
La Junta fue rechazada en Montevideo, que también repudió el exilio de Cisneros y la Audiencia. Moreno respondió inmediatamente, defendiendo la legitimidad de la Primera Junta, criticando al Consejo de Regencia y afirmando que los territorios españoles de ultramar tenían igual capacidad para crear Juntas. Llamó a la unidad y al apoyo a la metrópoli, y a que ambas ciudades reconocieran a Fernando VII. Argumentó que los exiliados fueron tratados inicialmente con moderación, pero su obstinación generó descontento popular. Matías Irigoyen transmitió una versión similar al diplomático británico Lord Strangford en Río de Janeiro.
Moreno tuvo una influencia decisiva en las primeras expediciones militares. La primera, hacia el Alto Perú, bajo el mando de Francisco Ortiz de Ocampo, tenía la orden inicial de capturar a los líderes de la contrarrevolución de Córdoba, liderada por Liniers, y enviarlos a Buenos Aires para ser juzgados. Cuando la contrarrevolución se fortaleció, Moreno, con apoyo de Castelli y Paso, propuso que los líderes enemigos fueran fusilados inmediatamente tras su captura. La Junta aceptó. Tras derrotar la contrarrevolución en agosto, Ocampo no ejecutó a los prisioneros, persuadido por Gregorio Funes, quien argumentó su popularidad en Córdoba. Ocampo envió a Liniers, el gobernador y el obispo a Buenos Aires. Moreno no lo aceptó, afirmando que un general debía simplemente obedecer órdenes. Convocó una nueva reunión de Junta y presentó un papel que decía: "Si Liniers no muere, ¡QUE VIVA!". La Junta decidió destituir a Ocampo y reemplazarlo por Castelli, con Nicolás Rodríguez Peña como secretario y Domingo French liderando la escolta. Interceptaron el convoy en Cabeza de Tigre y ejecutaron a todos, excepto al Obispo Orellana por su investidura religiosa. El ejército fue renombrado Ejército del Norte y Moreno le impartió instrucciones severas: vigilar a los ricos, matar a Goyeneche, Nieto, Paula Sanz y al obispo al verlos, y permitir el saqueo a los enemigos tras la primera victoria para generar terror. El contexto en el Alto Perú era difícil, con apoyo limitado y dudas indígenas por temor a represalias realistas. Los proyectos morenistas para la región, como la emancipación indígena y la nacionalización de las minas de Potosí, enfrentaron resistencia local de quienes se beneficiaban del sistema existente. Castelli propuso avanzar hacia Lima, pero Moreno le pidió que mantuviera su posición.
La segunda expedición militar se dirigió a Paraguay, comandada por Manuel Belgrano. Siguiendo instrucciones de Moreno, Belgrano ayudó a los nativos en las misiones de Corrientes, otorgándoles plenos derechos civiles y políticos, tierras, comercio con las Provincias Unidas, eliminación de impuestos por diez años, abolición de torturas y fin de restricciones para ocupar cargos públicos o religiosos.
Moreno promovió medidas más estrictas contra los realistas. En julio, ordenó a los alcaldes prevenir grupos secretos o actividades que fomentaran la alienación. Promovió un nuevo decreto de la Junta que imponía juicio y confiscación de bienes a quienes abandonaran la ciudad sin autorización, ocultaran armas, promovieran alienación o descontento contra el gobierno, o escribieran cartas con tales fines. Los casos graves se castigaban con ejecución o exilio. Entre los ricos exiliados por este decreto se encontraban Francisco Beláustegui, Olaguer Reynals, Norberto de Quirno y Echeandía, y Pablo Villariño. Manuel Andrés Arroyo y Pinedo, otro hombre rico, culpó a Moreno por estas acciones, acusándolo de igualar el desacuerdo con el antipatriotismo y temiendo que las ideas igualitarias solo causarían grandes males. Estas medidas también fueron criticadas por moderados como Gregorio Funes, quien rechazaba la falta de juicios adecuados, o Dámaso Uriburu, quien comparó a Moreno, Castelli y Vieytes con los jacobinos franceses.
Para este momento, Moreno creía que la única forma de asegurar la Revolución era si tenía éxito en todo el continente. Sin embargo, consideraba que la integración latinoamericana debía lograrse pacíficamente entre iguales, no mediante conquista. Escribió en la Gazeta que "por muy puras que sean nuestras intenciones, sería peligroso que la libertad de América fuera solo obra nuestra. Tal circunstancia podría llevar a un verdadero despotismo y los pueblos peruanos no mejorarían teniendo opresores porteños en lugar de europeos". Hizo comentarios positivos sobre las rebeliones en Cochabamba y Chile.
Siguiendo una propuesta de Manuel Belgrano, la Junta encargó a Moreno la redacción de una plataforma política, a menudo resumida como el Plan de Operaciones. La autenticidad de este documento ha sido objeto de disputa. Historiadores como Paul Groussac sospechan que fue una falsificación literaria para desacreditar a la Junta, mientras que partidarios como Norberto Piñeiro argumentan que su contenido es coherente con las acciones de la Primera Junta. El documento aboga por derrotar a las fuerzas realistas y propone acciones similares a las empleadas por los jacobinos durante el Reinado del Terror francés, rechazando la moderación política como peligrosa en tiempos revolucionarios. Comparaba la revolución sudamericana con las de Francia, Norteamérica y España, señalando que ninguna se basó únicamente en conspiraciones. Proponía favorecer a los patriotas en cargos públicos y vigilar cuidadosamente a los peninsulares, castigándolos ante la menor prueba de acción contra la Junta y ejecutándolos si eran ricos o influyentes. Para ello, se necesitaría una red de espionaje. Esta política hacia los peninsulares es coherente con las acciones contra la contrarrevolución de Liniers y similar a la empleada por Simón Bolívar. Moreno consideraba a José Gervasio Artigas un aliado invaluable y urgía a utilizar todos los recursos para que se uniera a la lucha contra el absolutismo. También señalaba los conflictos internos en Chile y Paraguay y pedía apoyo a los patriotas locales.

En el ámbito de las relaciones internacionales, el Plan de Operaciones rechazaba la esclavitud en Brasil y proponía distribuir la Gazeta de Buenos Ayres con ideas libertarias (traducidas al portugués) y proporcionar apoyo militar a los esclavos si se sublevaban. Consideraba la derrota española o la restauración absolutista grandes amenazas y veía a Gran Bretaña como un potencial aliado que podría suministrar armamento. Sin embargo, advertía contra permitir demasiada influencia británica en la economía nacional, criticando la relación entre Gran Bretaña y Portugal y la posibilidad de que Brasil se volviera británico. En la Gazeta, Moreno mantuvo ideas similares de ser amistoso pero reservado con Gran Bretaña.
Económicamente, el documento abordaba la falta de una burguesía capaz de impulsar el desarrollo y proponía superarla con una fuerte intervención estatal. Moreno sugería invertir 200 o 300 millones en fábricas, manufacturas, agricultura, navegación, etc., sin riesgo de bancarrota al ser gestionado por el estado. Los fondos iniciales provendrían de la confiscación del dinero de los "esclavistas" en las minas de Potosí (estimado en 500-600 millones) y la nacionalización de las minas. Argumentaba que esto perjudicaría a 5 o 6 mil personas pero beneficiaría a 80 o 100 mil. El estado gestionaría estas áreas solo hasta que hubiera una fuerte actividad económica, luego solo observaría para asegurar el cumplimiento de leyes para el bien común. Aunque la confiscación no era común en el liberalismo temprano (se compara con la Conspiración de los Iguales de Babeuf), Moreno pensaba que las fortunas estatales en manos de pocos eran perjudiciales y se gestionarían para beneficio propio. Proponía evitar la exportación de dinero e incluir altos aranceles a la importación de bienes de lujo, lo cual, aunque parezca contradecir la Representación de los Hacendados (que se oponía a la prohibición absoluta del comercio con Gran Bretaña), es coherente con una política proteccionista. Como secretario, Moreno redujo aranceles a las exportaciones nacionales pero mantuvo altos los de importación.
Los desacuerdos entre Mariano Moreno y Cornelio Saavedra sobre cómo dirigir el gobierno se hicieron públicos poco después de la creación de la Junta. Saavedra era presidente y Moreno secretario con el apoyo de otros miembros. Ignacio Núñez describió cómo los morenistas sentían que Saavedra intentaba restaurar la autoridad virreinal, mientras que los saavedristas creían que Moreno excedía su autoridad. Domingo Matheu aclaró que las preocupaciones iniciales con Saavedra se basaban más en su deseo de honores que en una lucha de poder real. Núñez también señaló que Moreno enfrentaba resistencia de criollos alarmados por su franqueza sobre conceptos como autodeterminación, tiranía, esclavitud y libertad, así como de teólogos (por citar a la Ilustración en lugar de filósofos cristianos), abogados conservadores y la mayoría de los militares.
Hacia octubre, las medidas de Moreno generaban resistencia, especialmente de comerciantes (por la política proteccionista) y militares (por sus vínculos con ricos castigados). El 16 de octubre, se descubrió que diez miembros del Cabildo habían jurado lealtad al Consejo de Regencia en julio y fueron encarcelados. Moreno propuso ejecutarlos como disuasión, acusándolos de colaborar con Montevideo. Saavedra abogó por la lenidad y rechazó usar el Regimiento de Patricios para ejecuciones. Los prisioneros fueron finalmente exiliados. El único apoyo militar significativo para Moreno en la capital era Domingo French con su regimiento "La Estrella". Saavedra contaba con el fuerte apoyo del Regimiento de Patricios, comerciantes e incluso algunos ex partidarios del antiguo régimen. Moreno intentó modificar el equilibrio militar reformando las reglas de promoción para basarlas en méritos en lugar de antigüedad o herencia, lo que, a corto plazo, lo antagonizó con los militares que se beneficiaban de las reglas antiguas. Pensaba que el apoyo de las clases bajas era crucial para el éxito de la Revolución y escribió a Chiclana para que lo fomentara en el Alto Perú, aunque esta participación popular tardaría en consolidarse.
La resistencia de Saavedra a Moreno aumentó tras la victoria en Suipacha, considerando que la revolución había derrotado a sus enemigos y debía relajar su severidad. Un banquete del Regimiento de Patricios, restringido a militares y saavedristas, impidió la entrada a Moreno, generando un incidente. Esa noche, el oficial Atanasio Duarte, ebrio, coronó a la esposa de Saavedra y lo saludó como rey o emperador. Al día siguiente, Moreno redactó el "Decreto de Supresión de Honores", que eliminaba la ceremonia reservada al presidente y los privilegios heredados del virrey. Duarte fue exiliado, justificándose con la frase "Ningún habitante de Buenos Aires, ni ebrio ni dormido, debe expresar sentimientos contra la libertad de su país". Saavedra firmó sin quejas, pero Gregorio Funes sintió que los Patricios resentían a Moreno por esto.
Los conflictos internos tuvieron reacciones internacionales. Lord Strangford se quejó de las acciones posteriores de la Junta, como la ejecución de Liniers, vistas como más violentas. Brasil también se preocupó por la distribución de la Gazeta en Río Grande del Sur y su influencia en los esclavos. El gobierno brasileño envió a Carlos José Guezzi para mediar con Montevideo y ratificar las aspiraciones de Carlota Joaquina. Guezzi se reunió con Saavedra (julio), obteniendo una impresión positiva; Saavedra indicó que Buenos Aires apoyaría a Carlota si sus derechos eran confirmados. Al mes siguiente, Guezzi pidió un representante en la Corte de Brasil, ofreció mediación y mencionó fuerzas brasileñas cerca de la frontera. Moreno se resistió, rechazando enviar un representante ("la Junta no trabaja por los intereses de Brasil, sino por los de las Provincias Unidas") y la mediación bajo amenaza militar. Guezzi fue enviado de regreso y describió a Moreno como "el Robespierre del día", acusando a la Junta de intentar construir una república.
En diciembre, llegaron los diputados de las provincias, convocados por la circular del 27 de mayo. La mayoría estaba más cerca de las ideas de Saavedra, y Gregorio Funes adquirió gran influencia sobre ellos. Los diputados querían unirse a la Junta, mientras Moreno pensaba que debían formar una asamblea constituyente. Funes y Saavedra calcularon que uniéndolos a la Junta, las propuestas de Moreno quedarían en minoría. La Junta discutió el tema el 18 de diciembre. Funes argumentó que Buenos Aires no tenía derecho a gobernar las otras provincias sin su consentimiento, obteniendo apoyo. Señaló descontento popular con la Junta, a lo que los morenistas replicaron que era solo de algunos rebeldes o, según Moreno, solo de los Patricios por el decreto de Honores. Solo Paso votó con Moreno; los diputados se unieron a la Junta. Moreno presentó su renuncia, que fue rechazada. Su oposición a la incorporación de los diputados es vista por algunos historiadores como un paso inicial en el conflicto entre Buenos Aires y las provincias, aunque otros, como Groussac y Piñeiro, consideran inapropiado extrapolar tan lejos, señalando que Moreno priorizó la organización o la independencia inmediata sobre el debate centralismo/federalismo.
Moreno fue designado para una misión diplomática en Gran Bretaña, pero falleció en el mar durante el viaje. Su hermano, Manuel Moreno, alegó que fue envenenado. Sus partidarios siguieron siendo una fuerza política influyente por algunos años. Hoy, Mariano Moreno es considerado el precursor del periodismo argentino y su figura es objeto de diversas perspectivas historiográficas, desde la hagiografía hasta el repudio.
| Aspecto | Visión de Mariano Moreno | Visión de Cornelio Saavedra |
|---|---|---|
| Política de Gobierno | Radical, severa, acciones rápidas y decisivas. | Moderada, busca consenso y lenidad. |
| Tratamiento de Oponentes (Realistas) | Medidas duras, ejecución si es necesario (ej. Liniers), exilio, confiscación. | Promover la lenidad, juicios formales. |
| Rol de los Diputados Provinciales | Deben formar una Asamblea Constituyente separada. | Deben unirse a la Junta existente. |
| Concepto de Autoridad Presidencial | Crítico de los honores y privilegios heredados del virrey. | Más tradicional, acepta honores y el rol preeminente. |
| Visión de la Revolución | Debe extenderse por el continente, requiere apoyo popular y rigor. | Debe consolidarse internamente, se puede relajar la severidad tras victorias. |
Preguntas Frecuentes sobre Mariano Moreno
¿Fue Mariano Moreno el líder principal de la Revolución de Mayo?
Según el texto, Moreno tuvo contactos con grupos revolucionarios pero no estuvo fuertemente involucrado en la preparación del evento en sí mismo. Fue una figura clave y líder del ala radical dentro de la Primera Junta, el gobierno que surgió de la Revolución, y es considerado el precursor del periodismo argentino.
¿Qué es el Plan de Operaciones y por qué es importante?
El Plan de Operaciones fue un documento encargado a Mariano Moreno por la Junta, que establecía metas y procedimientos para el gobierno. Es importante porque delineaba una estrategia radical para consolidar la Revolución, incluyendo medidas políticas (vigilancia, castigo a oponentes) y económicas (intervención estatal, nacionalización de minas). Sin embargo, su autoría y autenticidad han sido disputadas por historiadores.
¿Por qué hubo conflictos entre Mariano Moreno y Cornelio Saavedra?
Los conflictos surgieron por diferencias fundamentales en la visión de gobierno. Mientras Moreno defendía políticas severas y radicales para asegurar la Revolución, Saavedra favorecía enfoques más moderados y buscaba la lenidad. Sus desacuerdos se manifestaron en temas como el tratamiento de los oponentes realistas, el rol de los diputados provinciales y la concepción de la autoridad presidencial.
¿Cuál fue el papel de La Gazeta de Buenos Ayres?
La Gazeta de Buenos Ayres fue el primer periódico establecido por el gobierno patrio, fundado y dirigido por Mariano Moreno. Fue una herramienta crucial para la difusión de las ideas revolucionarias, la información oficial y la promoción de la libertad de prensa (con ciertas restricciones), permitiendo la publicación de textos filosóficos y políticos relevantes para la época.
¿Cómo influyeron las ideas de la Ilustración en Moreno?
Moreno estudió a filósofos de la Ilustración como Rousseau, Montesquieu, Voltaire y Diderot en la Universidad de Chuquisaca. Sus ideas sobre la razón, la soberanía popular y los derechos influyeron en su visión de la sociedad, su crítica a la esclavitud indígena y su propuesta de un gobierno basado en principios racionales y el bien común, reflejados en sus escritos y acciones como la traducción de El contrato social.
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